Reforma al sistema de pensiones: una necesidad inminente

Reforma al sistema de pensiones: una necesidad inminente

La comisión de la que Pablo Lucio Paredes forma parte trata de enfrentar el acuciante tema de las pensiones de seguridad social en el Ecuador. A raíz de ello, en la USFQ se llevó a cabo una discusión pública profunda acerca del tema. En el caso de nuestro país el asunto atañe al IESS, entidad encargada del sistema de seguridad social y de las pensiones de los jubilados. Juan David Robalino, docente de la Universidad San Francisco de Quito, ofrece también su perspectiva y razona en cómo se ha enfrentado la encrucijada en otras partes del mundo.    

Pablo Lucio Paredes, director del Instituto de Economía USFQ. Miembro de la Comisión Ciudadana de Reforma al Sistema de Pensiones pparedes@usfq.edu.ec comisionciudadana@jubilacionsegura.ec 

(Más acerca de la perspectiva de Pablo Lucio Paredes en Koyuntura)



Para la propuesta de la Comisión de reforma al sistema de pensiones no se han evaluado solamente las jubilaciones del sistema actual, sino elementos como los bonos para la tercera edad, la jubilación patronal, el Fondo de Cesantía, el Fondo de Reserva, y más. De acuerdo con Pablo, de la jubilación se espera una pensión que cubra los últimos años de vida del contribuyente, más unos ahorros que haya acumulado como seguro de jubilación, es decir que, independientemente de cuantos años viva una persona, pueda recibir una cantidad razonable. Eso se llama renta vitalicia. Lo segundo son los planes de ahorro que se han incluido en la propuesta.   

¿Por qué hay que emprender una reforma con urgencia?   

Actualmente, el sistema arranca con un déficit de caja de 2200 millones que para 2025 alcanzará los 3200 millones. ¿Cómo se financia este déficit? Con el aporte del 40% de las pensiones por parte del Estado. Pero incluso ello ya no será suficiente: en 2025, a la vuelta de la esquina, faltarán 600 millones. ¿Cómo se cerrará esa brecha? Con la liquidación paulatina del patrimonio del fondo de pensiones que alcanza los 7 mil millones. Hoy, el sistema está al borde de una quiebra progresiva: a partir del quinto o sexto, cada año habría que rebajar las pensiones en un 10% anual para que la caja resista.      

¿El sistema de hoy es solidario y equitativo?   

No. De acuerdo con Pablo entre los afiliados de más bajos ingresos la relación entre sus aportes y sus beneficios es de 5,8 veces, mientras para los de ingresos altos es de 8,3 veces. Para los primeros el rendimiento de sus fondos es del 7.3% anual real (sin considerar la inflación), y para los segundos es del 9,6% real. En consecuencia, no existe equidad interna. De toda la población ecuatoriana de más de 65 años, el 38% están afiliados al IESS y reciben beneficios siempre insuficientes, incluyendo el subsidio del 40% del Estado, en tanto 23% reciben apoyo directo a través del MIES con bonos. El 39% no tiene ninguna cobertura. No hay equidad externa.    

La reforma propuesta intenta resolver tres problemas esenciales:   

Uno: la sostenibilidad financiera y fiscal del sistema porque si bien es un problema financiero, en esencia es un tema humano. Dos: la equidad interna (entre afiliados de menores y mayores ingresos) y externa (frente a los jubilados que no están afiliados y reciben mucho menos o no reciben nada). Tres: tender hacia un sistema donde el ahorro propio genere una mejor jubilación, sobre todo para los afiliados de mayores ingresos.    

¿Cómo jubilarse en el nuevo sistema?   

Los requisitos para jubilarse se modifican en la propuesta con el fin de alcanzar una mejor relación entre años de aporte y años de beneficio. Por eso quien se jubila a los 70 años solo necesita 15 años de aporte, pues le quedan en promedio 13 años de vida, en cambio quien se jubila a los 60 tiene que aportar 35 años porque le quedan 23 de vida en promedio. En consecuencia, en la propuesta hay que aportar unos años adicionales en la mayor parte de casos, salvo tres: los que se jubilan a los 63 y 64 años requerirán menos aportes que en el sistema actual, y los que cumplen 40 años de aporte pueden jubilarse a cualquier edad, igual que ahora.    

Derechos adquiridos: ¿quién se jubila en el actual sistema y quién en el nuevo?   

Para Pablo los actuales jubilados seguirán recibiendo sus mensualidades bajo el mismo esquema. Quienes están camino de su jubilación entrarán de manera progresiva y proporcional, pero para la persona que ha hecho 2/3 de su recorrido (alrededor de los 45 años con 15 o 20 años de aporte), su pensión se calculará con 2/3 en el actual sistema y 1/3 en el nuevo. Alguien que está a medio camino, optará por 50% en el actual sistema y 50% en el nuevo. La transición total tomará unos 30 años. Existen muchos más detalles que enumerar, pero puede decirse que con esta reforma propuesta el peso recae sobre todos los afiliados y sobre los ciudadanos que llegarán a pagar hasta el 3% en lugar del 1.7% de ahora, pero no más, lo que es equilibrado y razonable. La definición del tema, para Pablo, será eminentemente política: una decisión colectiva bajo la premisa de que hoy o mañana una reforma a fondo es necesaria. Es indudable que no se puede evitar un cambio que dé viabilidad al sistema.   

Juan David Robalino, profesor de la USFQ jdrobalino@usfq.edu.ec

En tanto que para Juan David Robalino el tema de las pensiones es muy complejo en todo el mundo. Explica que antes los sistemas de pensiones estaban basados en la distribución demográfica y se les pagaba a los jubilados con las contribuciones de los actuales afiliados. “Con los cambios demográficos en muchos países del mundo esto se volvió insostenible”, explica. Es el caso de Francia, donde ha sido financieramente insostenible, pero la gente se ha acostumbrado y es difícil proceder con una reforma.   

Los países han debido encontrar formas de lidiar con esto. Por ejemplo, a partir de la década de 1990 el Banco Mundial comenzó con una oleada de privatización que, por ejemplo, se produjo en México, en 1997, y en varios otros países. Se tenía la idea de que los individuos saben lo que les conviene más y ellos tomarán su opción. Pero ello no ha sido así: “la rama de economía comportamental nos ha enseñado que si solo depende del individuo es muy difícil que tenga la fuerza de voluntad para ocuparse de sus necesidades de la vida futura”, afirma Robalino. Ello obedece al llamado sesgo al presente: es difícil imaginar las necesidades futuras, peor aún las de la vejez.   

Uno de los casos más exitosos al enfrentar el tema de las pensiones se ha dado en Suecia. Allá reformaron el sistema para que sea financieramente solvente, se procedió con mucho diálogo social y las campañas sirvieron para explicar las cuestiones de solvencia a la gente. La clave del éxito fue la relación de confianza entre el gobierno y el pueblo. En Francia ha sido lo contrario: la relación de confianza es pobre, no se cree en el gobierno. El problema central de la reforma descansa en cómo los beneficios que recibe un jubilado están ligados con las contribuciones que éste realizó y ello permite evitar la vulnerabilidad frente a los cambios demográficos y otros factores. Hay que examinar con precisión cuánto contribuye el individuo y cuánto se le da.   

Según qué cantidad se le puede ofrecer, el costo debe ser calculado de modo transparente: de este porcentaje deriva el pago que debe realizar el trabajador y el del gobierno para los jubilados. La clave es el cálculo matemático transparente y explícito entre los costos y los beneficios. En el sistema actual no son explícitos los beneficios del jubilado con sus contribuciones. Hay que recalcar, precisa Juan David, que el gobierno tiene un papel explícito para financiarlo, sobre todo en países pobres como el Ecuador. Actualmente hay un subsidio que no ha sido diseñado técnicamente, sino que ha surgido implícitamente desde el déficit. “El subsidio actual es un déficit que cubre el gobierno, es un subsidio implícito regresivo proporcional al salario”. A los ricos les llega más ese subsidio implícito que a los pobres.   

¿Qué hacer, entonces? Lo primero, que el sistema sea financieramente solvente. Ante ello, el paquete que se les dará a los jubilados no será suficiente porque el Ecuador es un país pobre. Tenemos que enfrentar un sistema explícito de subsidios que pueda ser igual o más barato que el subsidio actual implícito que es déficit. Hay que focalizarlo en los pobres y hacer una reforma que sea financieramente solvente para que la gente más necesitada pueda estar mejor que en el sistema actual, según explica el profesor de la Universidad San Francisco de Quito.  

Para Robalino la seguridad social privada es un lujo que pocos pueden permitirse. Si la decisión depende solo del individuo, la gente no la tomará y se arrepentirá cuando llegue a la vejez. Se trata de una de las formas de racionalidad humana mejor identificadas, el sesgo al presente. Si todo fuese privado en la seguridad social, la gran mayoría no ahorraría lo suficiente y solo una minoría pensaría en las necesidades de la vejez. En Inglaterra, por ejemplo, el sistema es solvente y funciona bien porque la afiliación es cuasi obligatoria —uno está inscrito por defecto— y un porcentaje de su salario va al sistema de pensiones. Si uno quiere abandonar el sistema puede hacerlo, pero deberá escribir una carta al gobierno en la que explique cuál será su plan de jubilación alternativo: la persona debe estar consciente de su obligación de ahorrar para la jubilación y que, en consecuencia, ese peso no caiga en el gobierno que requeriría implementar programas sociales de supervivencia. Robalino piensa que podríamos optar por un diseño como el inglés que acoja la opción privada, pero que, por defecto, el individuo esté inscrito en una opción pública bien diseñada.   

Los trabajadores independientes no desean afiliarse al actual IESS, comportamiento que no se puede juzgar dada la precariedad del sistema. Los afiliados no confían porque intuyen que es una burbuja que explotará tarde o temprano. En un sistema bien diseñado, el defecto sería que todos estén afiliados, y si desean salirse del sistema, estén conscientes de en qué condiciones desean hacerlo.   

Juan David piensa que deben existir sistemas de subsidios y de safety nets para los pobres. “A Suecia le ha ido muy bien con su opción, a Francia le va muy mal, Chile se ha ido al extremo (yo creo que debería tener más soporte social y más subsidios). No hay nada específico del Ecuador: cuando se diseñaron los sistemas de pensiones hace muchas décadas nadie estaba pensando exactamente en la evolución demográfica, por ejemplo”.   

La propuesta presentada por la comisión no es de privatización, de acuerdo con lo que indica Juan David. Se trata de una ingeniería que solucione por completo el problema. Es preciso estar consciente que cuando se gasta en algo se deja de gastar en otra cosa. Las preguntas giran alrededor de temas como: ¿queremos gastar ese dinero en los jubilados o en educación pública? La fórmula exacta debe ligar las contribuciones a los beneficios al momento de la jubilación, considerar la esperanza de vida y la tasa de retorno promedio del mercado de modo realista. En consideración de esos costos, se pueden incorporar los subsidios. 

Los invitamos a ver la conversación acerca del tema, realizada en la USFQ: https://www.youtube.com/watch?v=IsRErNpjp5s&feature=youtu.be


 

Y a ver las fotografías del evento realizado gracias a School of Economics de la USFQ: 

https://www.flickr.com/photos/usfq1/sets/72177720309940649/

Más sobre el tema en:

https://noticias.usfq.edu.ec/2023/05/el-futuro-de-las-pensiones-en-ecuador.html

Más acerca de la perspectiva de Pablo Lucio Paredes en Koyuntura: https://www.usfq.edu.ec/es/revistas/koyuntura/koyuntura-105

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