Goebbels y Münzenberg

Goebbels y Münzenberg

Artículo de opínión publicado por Carlos Freire en el periódico Aula Magna de la USFQ

Tanto en ambientes liberales como socialistas se suele citar al Dr. Goebbels como el maestro de la propaganda política tendiente a cambiar la percepción de las masas sobre la realidad. Aun en un ámbito cultural tan limitado como el ecuatoriano quienes algo conocen sobre el tema recuerdan al Ministro de Propaganda del Reich hitleriano, aunque con frecuencia nunca han leído ni media línea de sus escritos ni de la trascripción de sus discursos. Por otro lado casi nadie sabe algo de Willi Münzenberg, una de las piezas claves en la propagación del marxismo, como lo practicaba Stalin. Es posible intentar una reflexión sobre este asunto, cuya pertinencia salta a la vista por hallarnos sumergidos y casi ahogados en un océano de mensajes políticos desde el poder.

Imagen 1: Joseph Goebbels en un mitin político en 1932.  Fuente: Wikimedia Commons

Aparentemente los discípulos del ministro nacionalsocialista deberían ser tildados de fascistas según el fácil reduccionismo de la izquierda, pero no concordaría con los hechos pues los más aprovechados se alinean en la otra banda: Castro, Chávez, Correa. Tanto en la Alemania nacionalsocialista como en la Cuba castrista y en la Venezuela y el Ecuador socialistas veintiuneros, se usan dos medios similares: las concentraciones masivas y las cadenas (nunca mejor llamadas) antes radiales, ahora televisivas. Se cumple una de las normas básicas de Goebbels: “utilizar los medios que más llamen la atención para llegar al mayor número de gente con el menor esfuerzo”. Se adaptan los trucos retóricos a un público ignorante y visceral para captar y retener su atención, de allí las frases populacheras, los insultos de cantina o de pelea de mercado, las descalificaciones de un grosero sarcasmo y, en la televisión, los gestos histriónicos y el uso calculado de los músculos faciales.

Münzenberg se valió de dos medios básicos para alcanzar su objetivo de masificar las simpatías hacia el comunismo soviético: la prensa escrita y las asociaciones. De origen obrero conocía de primera mano a sus compañeros de partido, casi todos provenientes del proletariado de cuello blanco, sabía de sus poses intelectuales, conocía que alardeaban de cultura y de estar a la altura de los tiempos. Por eso su labor se dirigió a ganarse a ese tipo de gente, alérgica a no ser considerada progresista e intelectual. Además de publicar periódicos de enorme tirada (había que comprarlos aunque no se los entendiera a cabalidad) y libros atractivos llenos de mentiras muy bien disimuladas, Münzenberg fundó varias asociaciones de carácter internacional, como la “Liga contra el Imperialismo” (1927), cuyos miembros se encargaban de defender la política stalinista de boca en boca, en reuniones, en la prensa local, etc.

Imagen 2: Willi Münzenberg. Fuente: Wikimedia Commons

Ambos genios de la propaganda actuaron con fría percepción de la realidad y de las características de su público, no trepidaron jamás en usar la mentira, el engaño, el insulto, la descalificación directa o indirecta. Hasta hoy permanecen como los maestros de la “dezinformaziya”, el arte de desfigurar la realidad para adecuarla a las órdenes de los jefes. Ambos terminaron de manera trágica: Goebbels se suicidó tras la derrota del Tercer Reich, Münzenberg fue asesinado por orden de Stalin (así paga el Diablo a sus devotos).


Artículo de Opinión publicado en la Columna de "Opinión" del Periódico Aula Magna de la Universidad San Francisco de Quito.

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2 comentarios:

  1. Goebbels - Los once principios de la propaganda



    Principio de simplificación y del enemigo único.
    Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

    Principio del método de contagio.
    Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

    Principio de la transposición.
    Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.

    Principio de la exageración y desfiguración.
    Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

    Principio de la vulgarización.
    Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

    Principio de orquestación.
    La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: "Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad".

    Principio de renovación.
    Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

    Principio de la verosimilitud.
    Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.

    Principio de la silenciación.
    Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

    Principio de la transfusión.
    Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

    Principio de la unanimidad.
    Llegar a convencer a mucha gente de que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad.

    fuente: http://www.grijalvo.com/Goebbels/Once_principios_de_la_propaganda.htm

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  2. Aprovecharse de la ignorancia de la gente no es más que un abuso de poder, y más aún, si se usan medios masivos de información para confundir al pueblo y condenarlo a seguir ideologías disfrazadas que los "ayudarán" a progresar.

    ¡Informémonos! más no para disidir, sino para no dejarnos engañar.

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