El muro de Berlín no se cayó

Cuando se habla de la caída del muro de Berlín hablamos de que “fue derrumbado”. Así es como describe Gabriel Calzada, rector de la Universidad Francisco Marroquín (UFM) de Guatemala, el derrumbe del muro de Berlín que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad.

Por la Semana de La Libertad, la School of Economics de la Universidad San Francisco de Quito, organizó una charla junto a Gabriel Calzada para describir cuáles fueron las causas y fuerzas que permitieron que los habitantes de Berlín en 1989 pudieran recuperar la libertad que se les había arrebatado por tanto tiempo y poner un fin al régimen comunista.

El muro es una de los símbolos de la Guerra Fría y de la separación entre la Alemania Democrática (comunista) y la República Federal de Alemania (capitalista). 

El origen de esta construcción se dio para evitar que personas de zonas comunistas se fugaran al oeste de Berlín donde había más libertades. Según el rector de la UFM, la caída del muro de Berlín es un fenómeno en el que hubo factores que son importantes para resaltar y que si se olvidan en el futuro se pueden repetir los errores que han marcado la historia de la humanidad. 

¿Cúal fue el contexto alrededor del muro entre 1947-1991?

Un mundo bipolar, dominado por la influencia entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Para Calzada, durante este periodo de tiempo, menciona que tres cuartas partes del mundo vivía bajo dictaduras donde una élite decidía cómo debían vivir las personas y cómo utilizar sus recursos. Había presencia del capitalismo en países como Estados Unidos pero que aún no tenían una mayor influencia en el planeta.

¿Qué factor impulsó el derrumbe del muro de Berlín?

El bloque comunista en todo momento prometió una industrialización fuerte y rápida que iba a facilitar que sus habitantes vivieran con mejores recursos que cualquier otro modelo. Esa era la promesa. El socialismo permitía llegar al comunismo y este iba a ser un sistema en el cual las personas iban a vivir con mayor abundancia y en el que todos serían beneficiarios de esa gran producción. 

Pero la promesa no se cumplió y en mito se convirtió. Las personas dejaron de creer en los mensajes y en la propaganda del comunismo. Aceptaban en público lo que se les imponía desde el gobierno pero en privado cuestionaban al régimen en el que vivían. “Con la pérdida del miedo la gente acaba rompiendo las cadenas”, asegura Calzada. Y así fue como la noche del 10 de noviembre de 1989, decenas de miles de personas asistieron a la apertura fronteriza donde la población de Alemania del este y oeste volvieron a encontrarse. 


 


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