Anemia: ¿la tienes?
La falta de hierro es la causa principal de la anemia. La deficiencia de hierro afecta a más de 2 billones de personas a nivel mundial (Camaschella, 2015) y se estima que más del 30% de la población global es anémica (Auerbach & Adamson, 2016). La prevalencia es el 40% en niños preescolares, 38% en mujeres embarazadas y 30% en mujeres jóvenes.La anemia por deficiencia de hierro es altamente prevalente en países en vías de desarrollo, especialmente en niños y mujeres (Camaschella, 2017). 

Se habla de anemia cuando se obtiene un valor de hemoglobina menor a 13g/dL en hombres y 12g/dL en mujeres (Joosten, 2017). La hemoglobina es una proteína presente en los glóbulos rojos encargada del transporte de oxígeno a las diferentes partes del cuerpo. El hierro es un mineral que cumple varias funciones en el organismo (elaboración de material genético, producción de energía, reproducción celular, etc.) y es fundamental para la formación de hemoglobina, por lo que la reducción en la concentración de este micromineral puede disminuir la fabricación de hemoglobina conllevando a lo que se conoce como anemia por falta de hierro o anemia ferropénica (Camaschella, 2015).

El cuerpo humano almacena entre 3-4g de hierro. Diariamente el cuerpo absorbe entre 1-2g de hierro, requiere 25mg para la producción de glóbulos rojos y otras funciones en el organismo y se pierden entre 1-2g por medio del sudor, la menstruación, la orina y la descamación de la piel (Joosten, 2017). Este mineral entra al organismo por medio de la alimentación, existen dos formas de hierro provenientes del alimento: el hierro hémico que se encuentra en alimentos de origen animal (carne, pollo y mariscos) y el hierro no hémico que se encuentra en alimentos de no origen animal (tofu, frutos secos, cereales, etc.). El cuerpo absorbe entre 15%-35% más hierro hémico que hierro no hémico (Lopez, Macdougall, Cacoub, & Peyrin-Biroulet, 2015).

La ingesta inadecuada de hierro y la pérdida de sangre ocasionada por parásitos intestinales constituyen las causas principales de anemia ferropénica en los países en vías de desarrollo y los hábitos alimenticios (dietas vegetarianas o bajo consumo de carne roja), pérdida de sangre durante bastante tiempo y problemas de absorción intestinal representan las causas principales en países desarrollados (Camaschella, 2015). El mecanismo predominante para la aparición de anemia por deficiencia de hierro es la pérdida de sangre, ya sea por procesos fisiológicos (se estima que se pierden 16mg de hierro con cada menstruación) o enfermedades (como cáncer de colon, cáncer gástrico, úlceras gástricas, gastritis, etc.). (DeLoughery, 2019) Además, condiciones como el crecimiento y embarazo consumen rápidamente las reservas de hierro. La ingesta de fármacos como aspirina, anticoagulantes y antiácidos, también contribuyen a la aparición de este tipo de anemia (Lopez, Macdougall, Cacoub, & Peyrin-Biroulet, 2015).
   
La anemia por deficiencia de hierro se considera una enfermedad de larga duración sin síntomas y suele no diagnosticarse. Dentro de los síntomas no específicos se encuentra: debilidad, fatiga y dificultad para concentrarse, todo esto como consecuencia del bajo aporte de oxígeno a los tejidos (Cameschella, 2017). Algunos pacientes pueden presentar la necesidad de consumir: hielo, tierra, papel, arcilla, etc. (Auerbach & Adamson, 2016). Otros síntomas comunes incluyen: uñas quebradizas y en forma de cuchara (coiloniquia), pérdida de cabello y síndrome de piernas inquietas y fisuras de las comisuras labiales (Auerbach & Adamson, 2016).

La determinación de anemia por deficiencia de hierro se la realiza mediante un análisis de sangre básico, conocido como biometría hemática. Lo primero que se debe observar es el nivel de hemoglobina, el cual se espera encontrar bajo. Existen diferente rangos de hemoglobina tanto para mujeres como para hombres y varían de acuerdo al lugar de residencia. En Quito, debido a la altura, el nivel de hemoglobina en  mujeres debe ser superior a 13,5 g/dl y en hombres debe ser mayor a 12,5 g/dl. Después de determinar el nivel de hemoglobina, se debe observar el perfil de hierro. Dentro de esto se encuentra el porcentaje de saturación de la transferrina, el hierro sérico y la ferritina. Los niveles de hierro sérico y de transferrina van a estar bajos a causa del déficit que existe en la persona, mientras que el porcentaje de saturación de la transferrina estará elevado, debido a la baja disponibilidad de hierro sérico (Auerbach & Adamson, 2016).

Como medidas generales, la dieta es fundamental. Una dieta rica en alimentos que contienen alto contenido de hierro como: hígado, carne, yema de huevo legumbres y verduras de color verde oscuro son esenciales.También, se puede mejorar la absorción de este mineral al combinarlo con vitamina C, por ejemplo con jugo de naranja. Se ha observado que, al igual que existen alimentos que mejoran la absorción, existen alimentos que disminuyen la absorción  como: los granos, el café, el cacao, el calcio y la fibra. Es indispensable analizar la condición y severidad de la enfermedad en cada individuo. Por lo general, basta con corregir la dieta y hierro oral de ser requerido. El fármaco mayormente utilizado es el sulfato ferroso que se administra en comprimidos diarios en ayunas Este puede ocasionar efectos adversos como: sabor metálico, dolor abdominal, náuseas, vómitos, estreñimiento y diarrea; por lo que siempre se debe consultar con su médico antes de iniciar tratamiento (Caschamella, 2017).

Si bien la anemia es una enfermedad muy común en la población, esta es  prevenible de una manera muy simple siguiendo una dieta con un balance nutricional adecuado. Por último, recuerda que si tienes algunos de los síntomas y signos ya mencionados debes acudir a tu médico para poder establecer el diagnóstico y tratamiento.

Autores:

Micaela Balcázar, Gabriela Carrera, Stallin Canizares, Marco Di Stefano, Claudia Kunz, Paola Montalvo, Felipe Puertas, Fabián Suárez. - Escuela de Medicina, USFQ -

Trabajos citados:

Camaschella, C. (2015). Iron-Deficiency Anemia. The New England Journal of Medicine, 1832-43.
Auerbach, M., & Adamson, J. (2016). How we diagnose and treat iron deficiency anemia?         American Journal of Hematology, 31-38.
Joosten, E. (2017). Iron deficiency anemia in older adults: A riview. Japan Geriatrics Society.   
DeLoughery, T. (2019). Iron Deficiency Anemia. Medical Clinics of North America, 319-332.
Lopez, A., Macdougall, I., Cacoub, P., & Peyrin-Biroulet, L. (2015). Iron Deficiency anaemia. The     Lancet, 907-916.
Camaschella, C. (2017). New Insights into iron deficiency and iron deficiency anemia. Blood         Reviews, 225-233.
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