Jorge Valverde: ‘La academia puede ayudar a controlar las edificaciones’

Jorge Valverde: ‘La academia puede ayudar a controlar las edificaciones’

Jorge Valverde, profesor de la Politécnica y de la USFQ. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO



Entrevista a Jorge Valverde, profesor de la Politécnica y de la USFQ. 
Al ver la afectación que sufrió Manabí, por lo ocurrido el 16 de abril, ha sido común oír que “el sismo es el mejor fiscalizador de la construcción”. ¿Cuál es su evaluación al respecto, ahora que ya se habla de la fase de reconstrucción? 

El sismo permite detectar varios aspectos, que no solo ocurren en Manabí: mal uso del suelo y falta de control, que va desde la calidad de los materiales, se construía con arena de mar y eso es grave, pues los ingenieros tenemos unos mandamientos. Uno es que al hormigón no hay que ponerle cualquier agua, un profesor decía que se le debía colocar el agua que uno sería capaz de tomar. Otro problema es, obviamente, la informalidad, no hay profesionales en las obras.


¿Cuál es el papel de la Academia, hoy que se requieren manos para levantar amplias zonas de Manabí y Esmeraldas?

Creo que podríamos ayudar en el control de las construcciones y asesorar a todos los municipios. 
En el país hay 22 facultades de Ingeniería. Años atrás, como profesor en la Escuela Politécnica Nacional, yo tenía unos 10 o 15 estudiantes por aula; ahora los salones son de 25. Unos 2 000 jóvenes deben egresar, al año. 

¿Cuál sería la propuesta?

 Una especie de ‘rural’, como la que hacen los médicos. Pero desarrollada por egresados de Ingeniería y Arquitectura


¿Cómo surgió la idea? 

Hace 20 años, en un congreso de decanos en Cuenca, lo propusimos dos colegas de la Politécnica Nacional. Les pareció interesante, pero quedó en eso. Y creo que sería el momento de que el ingeniero recién formado apoye a evitar la construcción informal. 

La Ley de Ordenamiento Territorial, aprobada en mayo pasado, crea una Superintendencia que podrá multar a los municipios que incumplan las normas de construcción vigentes. ¿Cómo podría intervenir la Universidad? 

El Director de Obras Públicas de un pequeño Municipio podría contar con el soporte de dos o tres egresados de Ingeniería. Le asesorarían en la planificación y el control. Los jóvenes tendrían un cordón umbilical hacia sus facultades y nosotros, como profesores, les ayudaríamos a responder las inquietudes que surjan. En Pedernales no se sabe por dónde empezar, colocaría cuatro postes, alambre de púas y les diría: ‘Señores, vamos a otro lado’.

 ¿La asesoría de los ingenieros que cumplan con esta ‘rural’ debe dirigirse a Manabí y a Esmeraldas?

 Deben cubrir todo el país, la urgencia está en Manabí, Esmeraldas y Guayas. Allá hay unos 50 sitios en donde se requiere ayuda. Pero vaya a Shell Mera, en la Amazonéa, está abandonada; si los directores de obras públicas son ingenieros o arquitectos, deben batirse con todos los problemas y obras de la Municipalidad; en los lugares pequeños son muchachos de 28 o 30 años. 

¿Hay un censo y estudios de cómo y dónde reconstruir? ¿En eso también podrían participar? 

Se desarrollan estudios de suelo, a cargo del Ministerio de Vivienda y del Instituto Geofísico... Yo mismo participo como consultor, en uno en Portoviejo, con el Miduvi. Me parece que está disperso, debería estar más centralizado y creo que las universidades deberíamos intervenir en eso. 

¿Quién debe proponer esta idea de la ‘rural’ para que se concrete? 

Creo que las universidades, la Asociación de Facultades de Ingeniería Civil. Todos los municipios tienen sus ordenanzas y saben lo que necesitan hacer. Una vez, le dije a Paco Moncayo, luego a Augusto Barrera (exalcaldes), el problema del Municipio de Quito es que no creció como la ciudad, en los últimos 10 años la construcción se disparó.  Les llegaban los planos y, ¿qué hacían? Sello y firma. Ahora tercerizaron a una institución manejada por el Colegio  de Arquitectos. 

Entonces, en municipios grandes como el de Quito, ¿está todo bajo control?

 Estamos en el primer paso, que es controlar los papeles. Pero quién confirma que pusieron las varillas de acero, hicieron la cimentación y la situación del suelo, etc. Apenas la Agencia Metropolitana de Control actúa bajo denuncia. En Estados Unidos se revisan varias etapas. Acá falta mucho. En turismo se revisan cuántos baños tiene un hotel, pero nadie dice si tiene fisuras, si era casa y se convirtió en hotel... 

¿Qué debiera haber sacudido este último sismo? 

A las autoridades, a la conciencia de los constructores y de la gente. Algunos edificios de Bahía de Caráquez se dañaron en el sismo de 1998; 14 o 13 fueron reparados. Ahora son 17 afectados. La prensa tiene un papel importante para que no pase la calentura, que no sigamos con otros temas como sequía, incendios, elecciones. 

¿Conoce de experiencias internacionales en las que las facultades de Ingeniería ayudan a los municipios en esta tarea? 

No conozco de un sistema organizado, la idea es hacer una política de Estado. Hay procedimientos de fundaciones y ONG, incluso iglesias de Europa y EE.UU. que trabajan, ahora están en Pedernales. 

¿Las universidades podrían llevar a cabo esta iniciativa por cuenta propia? 

En el sismo de 1995 fuimos a Pujilí. Con un grupo de estudiantes hicimos, en dos meses, un plan. Tiene que estar bien organizado, ver el tiempo, unos seis meses; quizá sea en lugar de la tesis, con financiamiento, no se puede decir con 10 jóvenes me voy al Puyo. Ya se sabe lo que pasa en Medicina, usan palancas para no irse muy lejos a la rural. Chicos de la U. de Loja podría ir a Zamora, pues conocen las particularidades de la zona. 

Hoja de Vida 

Quién es?  

Ingeniero civil geotécnico. Profesor de la Escuela Politécnica Nacional y de la U. San Francisco. 

Su pensamiento

 El 80% de ingenieros registrados trabajan en construcción y pocos en sismo-resistencia. La rural para egresados completaría la formación.






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