La identidad indígena no se reduce al vestido tradicional

La identidad indígena no se reduce al vestido tradicional

Nanki Saant es un emprendedor shuar, y Yurak Pacha Guillín es una cantante puruhá. Foto: Armando Prado/El Comercio

Una visita al estilista terminó en un debate sobre la identidad para Yurak Pacha Guillín. Su cabello le llegaba hasta la cadera. El peluquero le recomendó un corte hasta la cintura, con un escalonado en las puntas y una tintura en tonalidades cobres. 

Guillín le explicó que pertenece al pueblo Puruhá y que es cantante de música andina, por lo que debe cuidar su imagen. En ese momento, el debate salió de su propia boca: la identidad no es usar todos los días la ropa tradicional. 

Si bien ahora cambió de nuevo el color de su cabello, por un negro azulado que la hace sentir más cómoda, Guillín asegura que no deja de sentirse orgullosa de sus raíces cuando usa jeans y camisetas. 

“De qué me sirve estar vestida con toda la vestimenta tradicional si no sé mi idioma, si no sé sembrar o compartir con la naturaleza”, expresa. Además, otro enlace a su cultura es la música. “Otra forma de vivir la cultura es tocar e interpretar los ritmos tradicionales”, dice. 

Esto no quiere decir que Guillín no use su ropa tradicional. De hecho, llegar a esta conclusión fue un proceso que inició cuando empezó a ir a la escuela y a usar uniforme. Ya en el colegio retomó su vestuario tradicional y se convirtió en la primera nieta de sus abuelos en vestir las blusas que ella mismo bordaba, junto con los anacos y otros implementos tradicionales. La influencia en su familia se reafirmó cuando una de sus hermanas menores decidió ir a la ceremonia del juramento de la Bandera vistiendo anaco. 

Guillín estudia producción musical en la Universidad San Francisco de Quito y la utilidad es lo que determina sus elecciones diarias de ropa. Eso sí, su cabello siempre está arreglado con trenzas o cintas y siempre usa aretes, collares y pulseras tradicionales. 

La visión absolutista de la cultura ha impuesto que los indígenas se vean y actúen de formas determinadas, dice Nanki Saant, emprendedor shuar asentado en Quito. 

El vicepresidente de la Asociación de Emprendedores Ecuatorianos cree que las culturas están en constante evolución y esto no excluye a los pueblos y nacionalidades indígenas. “No podemos quedarnos rezagados y decir que hay que vivir de tal forma”. 

Para Saant, la identidad es difícil de objetivizar, pero hay aspectos por los que se puede empezar. Entre ellos, el lenguaje, que refleja cómo cada cultura interpreta el mundo y expresa su cosmovisión. 

La vestimenta es otra de estas aristas. Sin embargo, la adaptación es importante principalmente para quienes provienen de climas amazónicos, en los que el vestuario responde a la temperatura y a las creencias de la cultura. 

Una forma de evitar la desaparición de la indumentaria tradicional Shuar, dice, es transmitiendo la estética a través de diferentes iniciativas. Por ejemplo, Saant es el creador de Secha Jewelry, una empresa que elabora joyería amazónica. Si bien los hombres shuar son quienes usan la mayoría de joyas, esta firma apunta a mujeres y ha adaptado los diseños para el uso occidental. 

Frida Muenala, reconocida cineasta otavaleña (autora del largometraje de ficción ‘Quilla’), también está de acuerdo en que la adaptación es importante. Ella cita a marcas como Zhafra, la misma que elabora blusas bordadas, pero que le agregó sensualidad a los cortes. “Unos están a favor, porque estos emprendimientos llegan a las jóvenes, y otros en contra, porque no creen que la mujer indígena debe mostrar su cuerpo”, explica Muenala. 

La cineasta mira con libertad la voluntad de los jóvenes que desean cortarse el cabello. “Están en una edad en la que quieren explorar. He tenido primos que se han cortado el pelo y no por eso dejan de ser quichuas”, concluye Frida Muenala.




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